René Barbier: nadie es profeta en su tierra

René Barbier es uno de los artífices de la revolución Priorat. Algunos le consideran un oráculo, como me dijo Oriol Pérez de Tudela, es el lado complejo de esta revolución. Por eso había que hablar con él. Si el objetivo era conocer algo de los futuros de Priorat, había que consultar con el oráculo. Para el que no conoce la historia y menos de primera mano, esto resulta fundamental.

Me encontré con René, Isabelle y el guapísimo Anderson, su hijo menor, en L’Hospitalet de l’Infant. Era Viernes Santo y llovía parejo, de arriba hacia abajo. Su casita está en la orilla del mar, que ese día, nos regalaba olas perfectas de más de metro y medio. Yo no había llevado mi tabla de surf y a René le va más bien la pesca, así que lo mejor que pudimos hacer fue sentarnos en el porche a escuchar el mar, oler la sal que traía el viento y conversar.

Hablamos de política, de su historia familiar y de cómo ambas se fueron mezclando en el correr del tiempo y las desventuras. A René le importa dejar claro que ellos con Isabelle son hippies, siempre lo fueron y lo seguirán siendo contra viento y marea. ¿Pero qué quiere decir esto exactamente en el siglo XXI? Desapego, ser un alma libre, de principios irreductibles, que sostiene su empresa, que es su medio de vida y no de enriquecimiento ni de especulación, sobre criterios de justicia muy firmes.

¡Los bancos me dicen que pago mucho y yo les contesto que soy Mogador! Y ser Mogador quiere decir trabajar la viña siendo una parte más del ambiente, hacer el vino sin intervenciones exógenas ni modificaciones artificiales, pagar a sus empleados buenos sueldos, hacer llegar al mercado el vino a un precio justo. Pero también recibir al visitante siempre que le golpean a la puerta de la bodega, mostrarle sus viñas con orgullo y conversar atentamente con el que viene y le dice que ama a Mogador.
Es además, ser el cerebro en la sombra de la D.O.Q. Priorat desde hace más de 18 años. Ser René Barbier es ser socialista en lo social que es lo único que tiene sentido. Todo lo demás no le interesa. Y siente además profundo rechazo por una especie en particular, el funcionario.

Érase una vez…

Hablamos sobre su familia comenzando por su bisabuelo. Y esta historia, créanme que interesantísima, la tiene que escribir el Gabo García Márquez. Yo aquí comenzaré en la parte en que, amenazada su integridad física y la de su familia por matones de Ruiz Mateos, el señor RUMASA, allá por el final de los 70s, cogió sus bártulos y se fue a La Rioja a casa de Don Antonio Palacios, padre de Álvaro Palacios y abuelo de Ricardo «Titín» J. Palacios. Representaban mundos completamente opuestos. Don Antonio comulgaba con el Opus Dei y él había nacido hippie, pero había entre ellos un gran cariño y respeto. Y aunque lo que siempre quiso René fue ser viticultor, con Don Antonio acordó vender su vino en Europa, lo que le «obligó» a hacer algo que deseaba hacía tiempo, comprar una autocaravana y salir a hacer ruta.
Pero no se fue solo. Álvaro tenía 16 años y resultaba muy «molesto» para la familia de entonces. A Álvaro también le iba lo de ser viticultor y un alma libre, más que ser un señorito de Rioja, y eso en su tierra y dentro de su familia no estaba bien visto, así que cogió su guitarra y se subió en la autocaravana de René y sin que ellos lo supieran, ahí comenzaron a sembrar las semillas de lo que sería, años más tarde, la revolución Priorat. Mientras tanto, recorrieron las rutas haciendo de todo, tocando la guitarra, cantando las letras de René y bailando con Isabelle.

Yo vine con una obsesión dije, e Isabelle me miró y me preguntó ¿cuál?
Quiero saber porqué en Cataluña no se bebe vino catalán, quiero hablar de la cultura de vino y de porqué este país no puede sentar bases culturales sólidas en este sentido.
Te lo voy a contestar por partes me dijo René.

 

¿Por qué no se bebe vino catalán en Cataluña?
La historia se remonta a los años 60. Eran tiempos de pobreza y no sólo económica. En pleno franquismo, los pobres del sur de España emigraron hacia zonas más prósperas para buscarse la vida, entre ellas Cataluña, y así fue que sentaron las bases de lo que sigue siendo hoy la hostelería aquí. En aquellos tiempos el único vino decente embotellado que se hacía en España venía de Rioja, mientras que en Cataluña estaba el coñac de Torres y el rosado de René Barbier, que más tarde fue a parar a manos de RUMASA y ahora vemos en los pakis. Aquellos inmigrantes sólo conocían el vino de Rioja así que fue el que pusieron en sus cartas y en la medida que todavía hoy, la mayoría de la hostelería en Cataluña y sobre todo en Barcelona, sigue en manos de aquellas familias, los vinos que mantienen en sus cartas continúan la tradición familiar.  Para hablar de pedagogía de vino desde la hostelería tienes que hablar con Pitu Roca. Oído cocina.

¿Qué pasa con la cultura de vino en Cataluña y en Priorat?
En los primeros ochentas René, recién instalado en el Priorat pobre de solemnidad y casi abandonado por su propia gente, compraba vino a 60 ptas. el litro y lo embotellaba. Un año más tarde, se fue a Barcelona y lo ofreció a 1500 ptas.
En Barcelona le dijeron que estaba loco, que por un vino de Priorat no le pagarían más de 150 ptas. y en El Bulli se lo compraron pero le pagaron 6 meses después. Así que se fue a París, al restaurante Faugeron, donde era sumiller Jean-Claude Jambon. Se lo dio a probar y lo último que le dijo fue el precio, a lo que el famoso sumiller contestó que estaba tirado.
Es la ley de las velocidades diferentes. Tuvimos que llevar nuestros vinos de Priorat a donde estaba la verdadera cultura de vino y ser reconocidos allí, para que recién entonces, Barcelona y Cataluña comenzaran a tomarnos en serio.

En cuanto a porqué no se pueden sentar bases culturales sólidas que permitan a su vez germinar el amor a lo propio, la respuesta es muy complicada, obedece a esquemas mentales muy fuertes, anclados en la memoria desde mucho tiempo y en las dinámicas sociales. Pero a pesar de la complejidad del asunto, habíamos logrado establecer que no se puede hablar de la historia actual de Priorat ni de Cataluña ni de España, sin tener consciencia de que las estructuras sociales, políticas y económicas que aún hoy persisten, fueron sentadas en plena dictadura franquista.

¿Quién construye futuro en Priorat?
El cambio viene con los jóvenes como Fredi Torres, Sara Pérez que es su nuera, su hijo René, Dominik Hubert con su trabajo desde Terroir al Lìmit, porque no son portadores de prejuicio, son tipos muy talentosos y desarrollan cada uno un estilo propio de viticultura y de relación con el entorno, única posibilidad de salvación para Priorat de sus propias e intrínsecas miserias.
Pero también René considera de vital importancia, provocar la conversación y el debate entorno a las diferentes filosofías de trabajo en la viticultura que se practican hoy en Priorat. No se trata sólo de ir cada uno a su manera haciéndolo bien pero sin reflexionar colectivamente sobre el trabajo. Y en este sentido es profundamente artesano. Concibe el espacio de trabajo como en el clásico taller. Pero en lugar de haber un maestro, René reconoce varios y por el brillo de sus ojos, reconocí que nada le apetece más que sentarse con Álvaro Palacios, por ejemplo, a reflexionar sobre sus maneras de entender el trabajo agrícola, la creación y la comercialización del vino. Los dos trabajan de manera diferente pero igualmente valiosa. Y este debate sería la verdadera escuela, además de la práctica. Reflexionar sobre los enfoques de trabajo y sus resultados, es un modo muy eficaz para hacer escuela e ir mejorando el proceso de trabajo. Esa es la misión del artesano en el taller.

Comimos lubina al horno con unas patitas riquísimas que cocinó Isabelle. Bebimos un Manyetes (no recuerdo la añada) que a pesar de la baja presión en el ambiente y la humedad galopante, apareció definido, representando la mineralidad típica de Priorat, sutil, elegante y equilibrado.
René me devolvió a la estación de tren que me llevó de vuelta a Barcelona y volví pensando una vez más en el privilegio de poder sentarme a conversar con personas que representan, tal vez a su pesar, un trocito de la historia heroica de la reconstrucción de la cultura del vino y la viticultura de Priorat.

 

Malena Fabregat para Tast amb Llops